martes, 14 de junio de 2011
Material para 1er año
Cerritos de indios
Los restos y vestigios culturales ponen de manifiesto sociedades de relativa complejidad sociocultural.
Por las formas de enterramiento podemos reconocer un trato diferente, más cuidadoso, con un “ajuar funerario” más esmerado, lo que le permitiría suponer que en estos grupos había una forma elemental de jerarquización social, aunque no podemos hablar de clases sociales.
De acuerdo con los restos encontrados a la fecha sabemos que los hombres median, promedialmente 1,65 metros de estatura, y las mujeres eran más bajas, y de cuerpos más gráciles. La gran cantidad de construcciones con características similares en la región Este del país, y su tamaño, serían indicio de una densidad demográfica importante. Implicaría también un sedentarismo mayor que el que describen los conquistadores, y pautas culturales más complejas que las de otros indígenas de la región.
La esperanza de vida era alta para la época: unos cuarenta años.
Se encontraron escasas patologías patologías, en su mayor parte atribuidas –según la antropóloga Mónica Sans- al estrés funcional (traumatismo, osteoartritis) y casi ausencia de deficiencias nutricionales y de patologías infecciosas, a excepción de dos caries, lo que evidencia que eran muy poco frecuentes.
Los constructores de cerritos eran grupos de cazadores y recolectores semisedentarios, con una economía basada en el aprovechamiento integral de los recursos de su hábitat. Este estaba constituido por bañados, lagunas, praderas, zonas de palmares y costa oceánica. La fauna de los bañados está representada en los cerritos: peces, aves, ñandúes, roedores, venados de campo, algunos animales extinguidos como el ciervo de los pantanos y el aguará guazú (del cual se tenía antecedentes bibliográficos pero no sus restos óseos) y moluscos oceánicos.
Llamativamente, en los cerritos analizados no se encuentran restos de carpinchos, mamíferos roedores de presencia preponderante en estas zonas de bañados.
Vivian de una dieta abundante y de calidad, fruto de una paciente recolección y de una hábil caza complementada con algún tipo de agricultura elemental, como maíz, poroto y zapallo.
La Etnia Chana
Pocos son los datos relativos a la cultura de los chanaes y su temprana extinción lleva a considerarla como una cultura arqueológica.
Su sistema económico basado en la caza, pesca y agricultura inferior de maíz, calabazas y porotos, supone un distingo muy significativo con el de la macro etnia charrúa aunque se sospecha que no todas las parcialidades realizaban cultivos.
Usaron un arco corto con flechas de puntas de hueso y probablemente madera, y también propulsor de dardos y boleadoras. No se han encontrado en nuestro país canoas, pero para las parcialidades de la Argentina se han señalado embarcaciones monoxilas de 20 metros de largo. Tampoco se sabe cuáles eran los medios empleados en la pesca.
Sus vestidos eran el quillapí de tipo charrúa y un taparrabos de algodón seguramente obtenido de sus vecinos guaraníes.
Se ha señalado la práctica de la mutilación dactilar por duelo. Practicaron el entierro secundario, ya que los huesos humanos hallados están pintados de ocre rojo; las pertenencias del muerto se ponían en la tumba. Se han encontrado asimismo huesos infantiles en urnas de barro cocido lo que muestra una fuerte influencia guaraní.
Ningún otro dato tenemos sobre sus niveles asociativo o ideológico. Lo más destacado de la cultura material es su cerámica, con las modalidades características propias de los agricultores inferiores con vinculación paranaenses.
Las mujeres usaban el cabello largo y cubrían su cuerpo, de la cintura para abajo, con una tela ancha. Se adornaban con collares de valvas de moluscos y caracoles marinos pequeños.
Los charrúas
Para obtener alimentación utilizaban el sistema de caza que practicado originalmente se caracterizaba por el complejo del arco. Este sistema se veía complementado por la recolección de otros productos. También realizaban la actividad de la pesca.
Comían fundamentalmente carne (venado, ñandú y otros animales autóctonos primero; luego animales vacunos y caballos); incluía además el consumo de huevos de ñandú y perdiz.
La piedra, el cuero, la madera y el hueso fueron los elementos básicos con que confeccionaron los instrumentos necesarios para su vida.
Aparentemente empleaban recipientes de tosca cerámica utilitaria, secada al sol, sin decoración.
Las armas usadas fueron flechas de puntas de piedra tallada, carcajes de cuero que colgaban de la espalda, azagayas cortas con puntas de piedra tallada, boleadoras de dos y tres piedras, hondas, mazas. También empleaban arcos simples y cortos, con flechas cortas y adornadas con plumas de ñancurutú, cuervo, buitre o águila
Vestían quillapís, o sea mantas de pieles de mamíferos cosidos con tientos, pintados. En los días calurosos iban desnudos.
Luego del contacto con los españoles adoptaron el poncho, el chiripá, los taparrabos de algodón para las chinas; el sombrero “anza de burro” para los hombres.
En la época prehispánica utilizaron tiendas hechas con esteras de juncos, algunas techadas y otras del tipo paravientos; con la introducción del ganado construyeron tolderías rústicas y de fácil traslado, hechas de ramas recubiertas con cueros vacunos y equinos.
Sabemos que creían en otro mundo, así lo evidencia la existencia de un ceremonial mortuorio (ayunos, provocación de heridas y mutilaciones dactilares) y las tumbas de piedra en las cumbres de los cerros. El duelo era riguroso, se cortaban una falange por cada pariente cercano fallecido. En cuanto a los juegos, conocemos sus costumbres ya aculturadas: practicaron las carreras de caballos, el pato, competencias con boleadoras y los naipes.
Los guaraníes
Ubicado el grueso de la etnia en el Delta del Paraná, pequeños grupos ocuparon algunos puntos del actual territorio nacional, donde ejercieron marcada influencia cultural sobre los chanaes.
Su sistema socioeconómico se fundaba prevalentemente en la agricultura del maíz –cultivaban también calabazas y porotos- y en la pesca. Es probable que fueran los únicos capaces de elaborar una bebida alcohólica por fermentación de maíz masticado.
Grandes canoeros y guerreros temibles, recorrieron los ríos y sostuvieron luchas con los otros indios, a los que hacían prisioneros para luego devorarlos de manera ceremonial. Está fuera de duda que fue con ellos que se topó Solís.
Usaban grandes arcos con flechas de puntas de madera o hueso sin carcaj, y mazas de madera. Hilaban el algodón con el que las mujeres hacían taparrabos. Se tatuaban y pintaban el cuerpo de manera compleja, y usaban adornos muy variados.
No hay referencia de que los guaraníes de estas zonas construyeran chozas colectivas grandes ni aldeas al estilo de las hechas por otros grupos de la etnia.
Del particularmente rico mundo ideológico de los guaraníes –mitos, antropofagia ritual, shamanismo, etc.- hay copiosas y detalladas referencias, pero todas corresponden a grupos distintos a los que ocuparon parte de nuestro territorio. Cabe pensar por ello si pueden ser extendidas a éstos sin más, sobre todo cuando muchos piensan que no se trataba de guaraníes típicos sino de pueblos guaranizados.
miércoles, 1 de junio de 2011
Material para 4º Año
JAPÓN
Actualmente Japón tiene una población aproximada de 130 millones de personas, en una superficie de 377.800 km2. Su moneda es el Yen y su lengua el japonés.
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La entrada del budismo entre los años 538 y 552, produjo, al comienzo gran curiosidad y admiración por la majestuosidad de sus templos y los poderes mágicos que le fueron atribuidos.
El budismo (con los cambios que ganó a su paso por Asia Central, China y Corea), el sistema cuadriculado de división de la tierra –cuyos rastros perduran hasta el presente- y los caracteres de la escritura, constituyen la huella más visible de la presencia china en Japón, que se remonta a unos 1.500 años atrás. Esta herencia cultural sufrió, especialmente en los siglos XVII y XVIII, sucesivas adaptaciones al clima, la lengua y las costumbres autóctonas. La denominada “japonización” se manifestó especialmente en la arquitectura y el idioma (surgido de muy diferentes vertientes lingüísticas locales).
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La propiedad de la tierra fue pasando del imperio a manos privadas. Los aristócratas y las instituciones religiosas se apropiaron de grandes extensiones libres de impuestos (shoen) y organizaron ejércitos propios. Esto dio lugar al surgimiento de una nueva clase de guerreros rurales, los samurai. Los predominantes clanes Taira y Minamoto disputaron el poder en varias confrontaciones militares. El clan Taira dominó desde 1156 hasta la derrota en la Guerra de Gempei (1180-1185). El shogun (general) Minamoto Yoritomo fundó el shogunato Kamakura, primero de los regímenes militares que gobernaron el Japón hasta 1868.
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En las ciudades, el comercio y la industria manufacturera inauguraron una nueva forma de vida. Portugal inició el intercambio con Japón en 1545 y el misionero Francisco Javier introdujo el catolicismo en 1549. El choque que el cristianismo provocaba con el sistema de lealtades feudales determinó su proscripción en 1639, junto con la de todos los europeos, salvo los holandeses.
A fines del siglo XVI las fortalezas militares se aislaron notoriamente del resto de la sociedad, entre otras razones a causa del uso de armas de fuego (suministradas inicialmente por los europeos), el desarme de los campesinos y un control mayor sobre la tierra. Estos hechos colaboraron a pacificar, unificando al país en torno a una única autoridad nacional.
Los jefes locales ocupaban la mitad del tiempo en atender al shogun, dejando a sus familiares como rehenes cuando volvían a sus dominios. Convertidos en burócratas militares, los samurais encabezaban un sistema de cuatro clases, seguido por los campesinos, los artesanos y los comerciantes (que, aunque despreciados, eran esenciales en la vida urbana).
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En el siglo XIX, el antiguo régimen económico y social entró en crisis. Rebeliones campesinas cada vez más frecuentes, grandes deudas de los samurais y jefes locales con los comerciantes y la debilidad de un gobierno que intentó infructuosamente algunas reformas a partir de 1840, configuraban la realidad japonesa al momento en que los Estados Unidos forzaron la apertura de los puertos.
Japón fue forzado a romper su aislamiento a fuerza de cañonazos y barcos de guerra estadounidenses comandados por el comodoro Matthew Perry. Perry negoció con éxito la apertura del mercado japonés en 1854. La firma de tratados comerciales desventajosos con Estados Unidos y varios países europeos agudizó la crisis. Los samurais efectuaron sucesivos ataques contra los extranjeros, y luego contra el shogun, forzándolo a renunciar en 1867.
Con el joven Meiji, en 1868 se restituyó la autoridad imperial. Durante la restauración Meiji, Japón inició un proceso de modernización siguiendo el modelo occidental. Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania influyeron decisivamente en la enseñanza, las ciencias y los medios de comunicación, así como en todas las expresiones de la cultura nipona.
En menos de 50 años, el Japón feudal y cerrado se transformó en una potencia mundial industrializada que integró asesores y tecnologías occidentales para la enseñanza, el comercio y la industria. Un ejército de conscriptos reemplazó la autoridad militar de los samurais (derrotados en la intentona rebelde de 1877).
Obligado por presiones políticas internas, el emperador promulgó en 1889 una Constitución que convirtió a Japón en una monarquía constitucional, con un legislativo bicameral (Dieta). Sin embargo, sólo el 1% de la población era elegible; el primer ministro y el gabinete eran responsables ante el emperador (considerado una figura divina).
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, Japón obtuvo dos importantes victorias militares: con China, en la guerra de 1894-1895, que le significó retener en Corea bajo su control (a quien anexó en 1910), y en la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, que le permitió anexar el sur de la península de Sajalín. Su ingreso en la Primera Guerra Mundial se produjo como aliado de Inglaterra, obteniendo un tratado en 1902.
La guerra permitió a Japón apropiarse de varias posesiones alemanas de Asia Oriental (incluyendo el territorio chino de Kiaochow). En 1915, China se vio forzada a aceptar su influencia ampliada con nuevas concesiones en Manchuria y Mongolia interior. En 1918, Hara Takashi encabezó el primer gobierno con apoyo de una mayoría parlamentaria.
En Washington (1921-1922), Japón firmó un tratado de limitación del armamento naval, que sustituyó el acuerdo con Inglaterra y estableció un equilibrio de poder en el Pacífico. Pese al descontento de los militares (que consideraban que el gobierno estaba comprometiendo la seguridad nacional), fue firmado un nuevo acuerdo en la Conferencia Naval de Londres.
Las dificultades provocadas por la depresión económica internacional de la década de 1930 fueron aprovechadas por los militaristas para hostigar al gobierno civil y plantear que la solución a los problemas del país estaba en la expansión bélica, la conquista de nuevos mercados y de fuentes abastecedoras de materias primas.
Cuando oficiales japoneses ocuparon (sin autorización) Manchuria en 1931, el gobierno era ya incapaz de retener a los militares. Debió aceptar la creación del “estado-títere” de Manchukuo, en febrero de 1932 y, tres meses más tarde, entregar el poder a los militares que lo retuvieron hasta 1945.
En 1940, Japón invadió Indochina para abrirse paso hacia el sudeste asiático. Estados Unidos e Inglaterra embargaron la totalidad de las mercaderías niponas. El ataque sobre Pearl Harbor primero y sobre Filipinas, Hong Kong y Malasia después, desato la guerra con Estados Unidos e inició una nueva fase de la Segunda Guerra Mundial.
Japón capituló el 15 de agosto de 1945, luego que Estados Unidos lanzara dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto. Tropas estadounidenses ocuparon el país –que fue gobernado por el Comando Supremo de las Potencias Aliadas (CSPA), dirigido por el general Douglas Mac Arthur- entre 1945 y 1952. El CSPA obligó a Japón a abandonar la institucionalidad Meiji, renunciar a la divinidad del emperador, trasladar el gobierno al Parlamento (que debía elegir el primer ministro) y establecer un Poder Judicial independiente.
A pesar de la imposición externa, los principios de la Constitución de 1947 fueron asumidos por todos los sectores internos y en 1952 el país recuperó la independencia. El sistema financiero quedó intacto y fue la base de la recuperación al finalizar la ocupación.
En 1955 fue fundado el Partido Liberal Democrático (PLD), con una orientación de centro-derecha enfrentada a los sectores conservadores y nacionalistas que habían sustentado la política de guerra.
La Constitución de 1947 restringió el desarrollo militar nipón que supeditado a la estrategia norteamericana en la región, debió establecer alianzas con Taiwan y Corea del Sur. En 1956, ingresó a la ONU y reanudó relaciones con la URSS.
El retorno de la independencia encontró a Japón en crecimiento y cambio. El agro, a la vez que sufría los efectos de la producción de pequeña escala y la emigración rural, veía estimulada la innovación tecnológica, la industrialización y el pleno empleo.
En la década de 1960, Japón se concentró en la fabricación de productos de alta tecnología, lo que estabilizó el intercambio con los países industrializados y desplazó el que había mantenido con sus socios asiáticos. La crisis petrolera de 1973 no detuvo el crecimiento de la industria japonesa, que pasó a predominar en las ramas del acero, los barcos, la electrónica y los automóviles.
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En las décadas de 1960 y 1970, el intercambio comercial con Estados Unidos produjo un gran superávit. Japón pasó a ocupar el primer o segundo lugar en el comercio de todos los países que lo tenían como socio, mientras las inversiones directas y las filiales de sus empresas se extendían a todo el mundo.
El universo empresarial nipón estaba dominado por el Sistema Sog Shora: inmensos conglomerados que comercializan casi todo tipo de materia prima en la mayoría de los países del mundo. Por medio de los más completos y veloces sistemas de información de altísima tecnología, están capacitados para la toma inmediata de decisiones.
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En enero de 1989 la muerte del emperador Hirohito puso fin a la Era Showa, iniciada en 1926. La coronación de Akihito dio comienzo a la era Heisei (“realización a la paz universal”), y fue celebrada según el rito tradicional nipón. La ceremonia se convirtió en la mayor reunión de jefes de Estado celebrada hasta entonces en el mundo y generó, por su dispendio, reacciones internas.
Al fin de la Guerra Fría, Japón emergió como una de las tres mayores potencias económicas mundiales, junto a Estados Unidos y la CEE. Hoy es el país con mayor volumen de inversiones en el exterior, una importante participación en el sistema financiero mundial y gran influencia en el reciclamiento de los fondos de la deuda externa del Tercer Mundo.
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Contando con el más bajo índice de participación desde la posguerra (67,3 %), las elecciones de julio de 1993 alteraron el equilibrio de poder vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ya que el PDL (Partido Demócrata Liberal), en el poder desde 1955, perdió la mayoría en el Kokkai (parlamento). Miyazawa, dimitió a la presidencia del partido y se atribuyó la responsabilidad de la derrota del partido. Yohei Kono fue designado en su lugar.
La “nueva mayoría”, integrada por el Partido Socialista, el Partido Renovador, el Partido budista Komeito, el Socialdemócrata, el Socialdemócrata Unificado y Partido Pionero, logró un acuerdo programático mínimo para el nuevo gobierno, descartando cambios profundos.
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El 17 de enero de 1995 un terremoto en la región de Hanshin mató más de 6.000 personas, destruyó 100.000 edificios en Kobe y dejó más de 300 mil personas sin hogar.
En marzo una serie de atentados con gas venenoso sarín mató a doce personas e intoxicó a 5.500 en la red de subterráneos de Tokio, sumándose a un ataque similar (que cobró siete vidas en Matsumoto) en junio del año anterior. Shoko Asahara, el líder de una secta religiosa llamada Aum Shinriyko (Verdad Suprema), fue acusado del ataque y detenido junto a otros 16 líderes del movimiento.
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Posicionado como segunda potencia mundial y principal acreedor del globo, Japón sufrió tardíamente la crisis financiera y económica que sacudió al Sudeste Asiático en 1997. La renuncia de Hashimoto a inicios de julio de 1998, luego de un magro resultado electoral de su partido liberal (LD), dio el paso al nombramiento de Keizo Obuchi (también del LD), quien consiguió los votos necesarios para su designación en la cámara baja. El mayor desafío del nuevo gobierno era reducir los impuestos para estimular el consumo y tomar iniciativas contra los malos préstamos que paralizaban a la banca japonesa.
Una importante pérdida de uranio radioactivo en la central de reprocesamiento de la empresa JCO, muy cerca de la central nuclear de Tokoaimura, al norte de Tokyo, incrementó unas 15.000 veces el nivel normal de radiación. La organización ambientalista Greenpeace denunció el accidente como un síntoma de los problemas del sistema de seguridad nuclear de Japón. Según Greenpeace, Japón posee cinco toneladas de uranio en su territorio, además de otras 30 que ha comprado y permanecen aún en Europa.
Florecientes grupos de derecha saludaron con entusiasmo la readopción, luego de 50 años, de la vieja bandera imperial en agosto, al tiempo que fueron despedidos decenas de docentes que se negaron a saludar los símbolos imperiales de la época militarista. El crecimiento del nacionalismo se reflejó también en las fuerzas armadas, que comenzaron maniobras en sus aguas y lograron los más altos niveles de reclutamiento en varias décadas.
Tras un nuevo accidente (esta vez ocurrido en la central de Tokaimura en setiembre de 1999), Obuchi ordenó la revisión de todas las instalaciones que usaban combustible nuclear. La empresa JCO (que reciclaba el material nuclear) admitió que, desde hacia años, utilizaba un manual de procedimiento que no cumplía con los requerimientos mínimos de seguridad establecidos por el gobierno. Greenpeace denunció que la planta accidentada seguía emitiendo radiaciones que quintuplican los niveles considerados seguros, en tanto los funcionarios del área de seguridad nuclear del gobierno fueron criticados por la lentitud en las mediciones de contaminación. El diario Yomiuri informó que los tres operarios acusados de negligencia en el manejo de combustible radiactivo ignoraban inclusive el significado de una reacción de fusión nuclear en cadena.
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A comienzos del mes de abril de 2001, China y Corea del Sur condenaron un texto de historia aprobado por las autoridades japonesas. Desde Seúl y Beijing se acusaba al texto de “barnizar” las atrocidades cometidas por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Los autores (un grupo de historiadores nacionalistas) afirmaban que, durante la guerra, Tokyo benefició a los países del sudeste asiático porque los preparó para la independencia y que la masacre de Manjing en 1937 –donde murieron unos 300 mil civiles- fue algo “muy distante de un holocausto”. Tras las protestas de los países vecinos, el ministerio de educación japonés afirmó que se habían realizado 137 cambios al texto.
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Japón organizó, junto a Corea del Sur, la Copa Mundial de Fútbol en junio de 2002, siendo esta la primera vez que se llevó a cabo en la región.
En setiembre de 2002, Koizumi visitó Corea del Norte, transformándose así en el primer líder japonés en pisar aquel país. Durante su encuentro con el líder norcoreano, Kin Jong-il recibió las disculpas por los secuestros de ciudadanos japoneses ocurridos en la década de 1970 y 1980 y la confirmación de la muerte de ocho de ellos. Un mes más tarde, cinco de los japoneses secuestrados regresaron a reunirse con sus familiares.
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En febrero de 2004 Japón ordenó el envió de soldados “no combatientes” a Irak, en lo que representó el primer despliegue de efectivos militares japoneses a una zona de combates desde la Segunda Guerra Mundial.
FUENTE: GUÍA DEL MUNDO. 2005/2006. ITEM. Ediciones G3.
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